Pasado desfigurado

Casa Nacional del Bicentenario, Buenos Aires, Argentina, 2024.

Hablar del pasado inevitablemente involucra una suerte de desfiguración, aquella imagen que proyecta nuestra memoria en la pantalla interior cuando cerramos los ojos, nunca es nítida, pero es profunda. El presente dura poco, segundo a segundo, transita esquivo e inaprehensible, de esa manera es difícil no estar casi permanentemente en el pasado.

En esta muestra, los tres artistas coinciden en esto del llamado al pasado, pero vuela cada uno a una arista distinta respecto a qué sensación de lo pasado evocan:

Para Tongombol es una mirada a la fragilidad de la infraestructura limeña colonial. Al mencionar, en sus palabras, la “arquitectura de la angustia”, no solo hace mención a edificaciones en riesgo del colapso sino también hay una consternación social por quienes lo habitan. El cartón como soporte de su arte contribuye a esta escenificación, pues más allá de su irregularidad, lleva consigo una identidad de lo marginal, de la subsistencia a diario expuesta en vitrina, o quizá sería más acertado, en este caso, expuesta en balcones.

En la obra de Fabiola Gonzáles, el pasado vuelve a manera de postales familiares, recuerdos de cumpleaños y la algarabía infantil a la que la artista añade una capa de lo que podría ser, quizá, la primera carga de adultez sobre un niño: la conciencia, si se quiere incipiente, que desarrollan los chicos del esfuerzo que hace un padre cuando escasean los recursos, la punzada en la memoria que acompaña el goce del momento, la dualidad misma de la existencia. Recordando un célebre diálogo entre Roberto Benigni y Tom Waits: “Es un mundo triste y hermoso, amigo”. Lo resume bastante bien.

En los lienzos de Rubén Saavedra tenemos al pasado y al presente confluyendo en un puente imposible, lo histórico y lo contemporáneo conviviendo. Lo satírico con la dosis de humor que le es inherente, hace mención a distintos pasajes inolvidables (para bien o para mal) de la cosmovisión peruana, resignificándolos y orientándolos a una crítica sociopolítica de nuestro presente. La pintura como advertencia a futuro, recordando que el pasado puede ser pesado si no decidimos aprender de él.

Las obras de Saavedra, Gonzáles y Tongombol nos recuerdan que no hay pasado digno de ser evocado sin una profundidad que lo haga meritorio de traerlo al presente, este que experimentamos en este instante al terminar de leer estas líneas o recorrer estas imágenes que quedarán en algún lugar de nuestra memoria.

Cristias Rosas Chocano

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